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BMW Riders Newsletter
17/09/21 Por: Jos? M? Alegre

Emilio Scotto: “En el mundo que vivo hoy, allá donde vaya, China, El Sáhara, tengo una excelente BMW que me presta los mejores servicios. Entonces, gracias, BMW”

Emilio Scotto (Buenos Aires, Argentina, 1954), el motoviajero que ostenta el récord Guinness por dar la vuelta al mundo en moto más larga, nada menos que 735.000 kilómetros en diez años ininterrumpidos (73.500 km de media al año), estuvo en Touratech Madrid. Fue allí donde nos concedió esta entrevista, misión carente de dificultades porque este porteño es persona gentil, próxima y amable. De discurso extenso, adornado con ejemplos y detalles, charlar con él es retrasar las manecillas del reloj, tal es el beneficio de escucharle, embelesándote con su década viajera que él cuenta con absoluta sencillez. Pero su postviaje es igualmente seductor.






En la actualidad, dirige una agencia de viajes, Emilio Scotto Motorcycle Tours, con ofertas viajeras en moto a los lugares más remotos del mundo, actividad profesional que le ha llevado a tener un amplio conocimiento de las motos BMW.
 
“Yo tengo un negocio que es llevar gente a viajar por el mundo y cuando entro en una página web y digo ‘República Popular de Laos’, ¿qué alquilo?, pues, seguro que hay alguien que tiene BMW para alquilar, y no lo estoy inventando, es así. ¿Por qué ese alquilador invierte en BMW? Porque no tienes problemas, porque la moto no se rompe, porque es cómoda, porque te lleva sin problemas. Y le doy las gracias a Honda -prosigue- por la extraordinaria Gold Wing que me llevó a dar la vuelta al mundo, pero en el mundo que vivo hoy, donde voy tengo una excelente BMW que me presta los mejores servicios, que la meto en China, en el Tíbet, en el Sáhara o en Argentina, que es todo plano, salvo la cordillera, en Tailandia o en Moscú, donde voy hay una BMW y un buen servicio y no le falta nada. Y tú te subes a la moto y se maneja sola y te bajas de ella y dices ‘qué bien que lo pasé’. Entonces, gracias, BMW”, concluye.
 
En en 1985, con 30 años, se fue con 300 € en el bolsillo, sin idiomas, sin ropa motera, solo sabía que detrás de un país venía otro… Y no volvió hasta abril de 1995
 
Scotto era visitador de Pfizer cuando decidió dejarlo todo para irse a dar la vuelta al mundo. De pequeño quería ser astronauta para llegar a la luna y no llegó a ella, ciertamente (lo hizo Buz Aldrin -junto con Neil Armstrong, el otro astronauta de la Apolo 11-, con quien mantuvo una amistad años después), pero se conformó con llegar a todos los confines del planeta. (De ahí el título de su último libro recién presentado, ‘De la Tierra a la Luna’, al que le seguirán cinco volúmenes más). Lo que no sabía era con qué vehículo lo haría.



Nunca se había subido a una moto y lo hizo por primera vez cuando tenía 25 años, haciéndolo de ‘paquete’ con un amigo para probar la experiencia. No le debió desagradar, porque “un día pasé por un concesionario y me llamó la atención la Honda Gold Wing que había en la exposición. Entré, me monté en ella y dije ‘¡la vuelta al mundo en moto!’”, afirma. La compró, aunque nunca había conducido una, y tal era su impericia, que “al estrenarla, saliendo de la tienda, en la misma esquina, me caí, porque no sabía manejar una moto”, cuenta sonriente.
 
En 1985, poco después de adquirir la que iba a ser su compañera durante diez años, “me despedí de mi familia, de mi madre, de mi hermana, de mi perra bóxer y de mi novia, a la que le dije ‘cásate, haz tu vida’ (Mónica, su novia entonces, es hoy su esposa que acompaña a Emilio a todas partes, estando presente en la entrevista sacando fotos con el móvil). Con 30 años -continúa-, llevando el equivalente a 300 euros en el bolsillo, sin idiomas, sin ropa motera, iba vestido igual que cuando visitaba, sin plan, solo sabía que detrás de un país venía otro, me fui a recorrer el mundo”. …Y no volvió hasta el 2 de abril de 1995.



Se fue llorando por lo que dejaba atrás y por ese sentimiento de culpabilidad, de traición que pensaba le hacía a sus seres queridos. Pero todo cambió en Brasil. “Estaba cruzando el puente Niterói (ubicado en Río de Janeiro, su longitud supera los trece kilómetros), y me habían avisado de los fuertes vientos que suelenhaber en ese lugar. Y así fue, porque apenas podía manejar la moto y en un momento dado, un camión se me echó encima, logrando esquivarlo por poco y allí, tras ese hecho, rompí amarras con ese sentimiento que me ahogaba por haber dejado a los míos”, confiesa.
 
En el país brasileño le ocurrió un segundo suceso que le redujo lastre, pero no emocional, como en el puente, sino material. “Me robaron todo -menos la moto-, pero me hicieron un favor, porque me aligeraron todo el peso de más que llevaba con cosas que no necesitaba para el viaje”.
 
En España “cambió todo”, asegura Scotto. Le presentaron al director de ‘Motociclismo’, publicando un artículo “y fue tal el éxito que seguí colaborando con la revista. Fue España la que me abrió el mundo”
 
Fue un presentador muy famoso que le entrevistó en Estados Unidos el que “me preguntó por el nombre de la moto y le respondí que no tenía. Y como era negra, el periodista le puso ‘Black Princess’”, y así se quedó.
 
Cuando recaló en Nápoles, le aconsejaron que visitara a Maradona, que jugaba entonces en el equipo italiano tras su paso por el FC Barcelona, y no solo le recibió, sino “que me dio dinero para que pasara una noche en un hotel de cinco estrellas, pero yo preferí pasar un mes en una pensión con ese dinero”, comenta.
 
Scotto llegó a nuestro país “y aquí cambió todo -asegura-. Me presentaron al ‘Cheli’ (apodo del desaparecido Javier Herrero, entonces director de la revista ‘Motociclismo’). Me dijo que escribiera un artículo, pero no de la moto, sino de lo que veía, de mis experiencias, y se publicó y fue tal el éxito que seguí colaborando con la revista y luego supe que me seguía todo el mundo, pero fue España la que me abrió el mundo”, proclama agradecido.
 
“¿Dónde quieres ir, al fin del mundo? Pues súbete a una BMW y vete al fin del mundo. ¿Qué pasa con los demás? Vienen detrás, como los caballos de carreras, jadeantes”
 
Fide Castro le financió su estancia en Cuba. En París, una marca de equipación motociclista le proveyó de su primer equipo motero y la compañía de los ‘Bateaux Mouches’ que atraviesan París navegando por el Sena, “me patrocinaron los dos años que estuve en África, a razón de 800 euros al año”, comenta este extraordinario motoviajero que detalla sus experiencias en el libro ‘The Longest Ride: My Ten-Year 500.000 Mile Motorcycle Journey’, publicado en 2007.
 
Durante los diez años de periplo en moto, Emilio se buscó la vida empatizando, “el GPS, que yo no tenía porque no existía (cuando Scotto viajó no había navegadores, ni redes sociales ni Google…), está muy bien, úsenlo, pero no se olviden de mirar a su alrededor, porque esas personas también son el GPS y te pueden llevar a otra experiencia, porque el mundo es gente. Cuando llegaba a un pueblo, la gente me rodeaba y siempre había alguien que me llenaba el depósito de gasolina. Así tenía 350 kilómetros por delante para pensar en cómo llenaría el siguiente”.



Para Emilio, “la moto son vivencias, es vida, y BMW fue la que se dio cuenta, entregando a los viajeros modelos con los que viajar y descubrir mundo. Si Colón existiera, se subiría a una BMW y se iría a descubrir mundo”. “Para los viajeros -prosigue-, la moto es como una alfombra mágica que les lleva por el mundo y BMW nos ha dado esa alfombra con sus modelos. Porque BMW invirtió, ideo, pensó y diseñó la moto, la alfombra voladora (se refiere a los modelos GS). ¿Dónde quieres ir, al fin del mundo? Pues súbete a una BMW y vete al fin del mundo. ¿Qué pasa con los demás? Vienen detrás, como los caballos de carreras, jadeantes. ¿Hacen buenos productos? Sí, por supuesto; todas estas compañías, por las que yo me saco el sombrero, hacen buenos productos, pero en este momento BMW es inalcanzable. El esfuerzo que tienen que realizar, la inversión que deben hacer para quitarle a BMW el primer lugar es tan grande, que no creo que nadie se atreva. Porque, además, BMW sigue desarrollando y cada año hace una nueva moto con cosas que nos dan todavía mayores prestaciones”, subraya.
 
Este aventurero y escritor proclama que “la vida son proyectos, sino tenemos proyectos, no tenemos vida”, añadiendo que “el hombre no tiene raíces, tiene alas, y si te gusta viajar, ¡vuelen!”. Un vuelo que se puede iniciar, aunque sea imaginario, leyendo su último libro arriba reseñado, el primero de seis “contando, en primera persona y en presente, mis vivencias para que el lector se sienta protagonista. Es una confesión muy profunda de la gente que me encontré en mi viaje. Un libro histórico, de viaje, donde la moto es una alfombra voladora que me lleva por los 279 países en los que estuve”.
 
El “peligro” del libro son las ganas que entran de emular a su autor al leerlo, aunque sea una mínima parte de lo hecho por este personaje que más parece de ficción que real por la envergadura de su gesta. Aventurero y escritor que está convencido, es más, “les aseguro que a Dios le gustan las motos. Cuando Dios hizo el mundo pensó en hacer un vehículo de dos ruedas para que estos viajen”, conclusión a la que llega por las muchas veces que “le echó” una mano en situaciones de apuro, que no fueron pocas, subrayando que “siempre hay una fuerza que nos acompaña”.



En todo el tiempo hablando con este personaje de leyenda que no dejarías de escuchar ni por una vuelta en moto, me llaman la atención muchas cosas, pero por destacar alguna, subrayo dos. La primera, que en su verbo no hay ni un mal taco, ni una sola palabrota, su lenguaje es una alfombra persa sin el menor nudo; la otra, el año que pasó recluido en una habitación al llegar a su Argentina tras diez años viajando por el mundo, “no sabía qué hacer, no me adaptaba y colapsé”.
 
Afortunadamente y como se puede comprobar en la entrevista, Emilio renació y es un hombre feliz que se dedica a lo que le gusta, llevar gente a viajar por el mundo en moto y a escribir sobre lo que le dio fama. Y junto a él, Mónica, la mujer a la que le dijo que se casara y se buscara la vida. Y lo hizo… con él, su amor de toda la vida.

Fuente: https://www.bmwridersnewsletter.es/BMW/?p=34088



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